Introducción
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Introducción
Salem, 12 de setiembre de 1692
Oscurece en la ciudad de Salem. Un grupo de campesinos se acercan con horcas y antorchas a una de las casas de la ciudad. Tienen un objetivo fijo. La tenue luz de las antorchas permite vislumbrar levemente el enfado y el pánico que los pueblerinos muestran.
Ha habido un chivatazo. Alguien ha acusado a una campesina, de no más de doce años, de practicar la brujería y el exorcismo. Una tal Abigail.
Los aldeanos se acercan a la casa de la pobre niña, que vive desde hace años con sus tíos. Dos hombres corpulentos se ponen al principio del corralillo y derriban la puerta con facilidad. Los mismos hombres entran a la residencia, acompañados de otros dos. Inspeccionan toda la casa, de arriba a abajo. Se escuchan algunos golpes huecos. Los otros campesinos esperan a fuera en silencio, escuchando cada uno de los golpes y vieron cómo cada vez sus caras se llenan más de terror que de furia. Entonces se escucha un grito del interior de la casa, un grito desgarrador, proviene probablemente de una niña. Después de ese grito, una serie de gritos corrompen el silencio de la noche. Gritos que se vuelven más desgarradores y extraños cada cual.
Ya no suena como una niña asustada. Ahora suena más bien como un grito más profundo, como si fuera de hombre. A esa voz se suma otra, también de hombre. Después se escuchan golpes mucho más fuertes, sonidos metálicos. Finalmente, un cristal romperse y un montón de pasos aporreando el suelo de madera. Los cuatro hombres salen con magulladuras del hogar. Cortes por toda la cara, la ropa hecha pedazos.. parecía que habían dormido en una cama de cuchillas.
Salen gritando de la casa, que lo que han visto no es natural, que esa niña está poseída, que han visto al diablo reencarnado en una muchacha de once años. Al parecer la niña había huido rompiendo una de las ventanas de la residencia, después de abalanzarse sobre los hombres y hacerles todas las heridas que podían verse. Los tíos de la niña se encontraban colgados del techo por los pies, con los brazos extendidos, formando una cruz invertida. Un símbolo satánico. No hay rastro de la prima de la chica, la cual también estaba acusada.
Oscurece en la ciudad de Salem. Un grupo de campesinos se acercan con horcas y antorchas a una de las casas de la ciudad. Tienen un objetivo fijo. La tenue luz de las antorchas permite vislumbrar levemente el enfado y el pánico que los pueblerinos muestran.
Ha habido un chivatazo. Alguien ha acusado a una campesina, de no más de doce años, de practicar la brujería y el exorcismo. Una tal Abigail.
Los aldeanos se acercan a la casa de la pobre niña, que vive desde hace años con sus tíos. Dos hombres corpulentos se ponen al principio del corralillo y derriban la puerta con facilidad. Los mismos hombres entran a la residencia, acompañados de otros dos. Inspeccionan toda la casa, de arriba a abajo. Se escuchan algunos golpes huecos. Los otros campesinos esperan a fuera en silencio, escuchando cada uno de los golpes y vieron cómo cada vez sus caras se llenan más de terror que de furia. Entonces se escucha un grito del interior de la casa, un grito desgarrador, proviene probablemente de una niña. Después de ese grito, una serie de gritos corrompen el silencio de la noche. Gritos que se vuelven más desgarradores y extraños cada cual.
Ya no suena como una niña asustada. Ahora suena más bien como un grito más profundo, como si fuera de hombre. A esa voz se suma otra, también de hombre. Después se escuchan golpes mucho más fuertes, sonidos metálicos. Finalmente, un cristal romperse y un montón de pasos aporreando el suelo de madera. Los cuatro hombres salen con magulladuras del hogar. Cortes por toda la cara, la ropa hecha pedazos.. parecía que habían dormido en una cama de cuchillas.
Salen gritando de la casa, que lo que han visto no es natural, que esa niña está poseída, que han visto al diablo reencarnado en una muchacha de once años. Al parecer la niña había huido rompiendo una de las ventanas de la residencia, después de abalanzarse sobre los hombres y hacerles todas las heridas que podían verse. Los tíos de la niña se encontraban colgados del techo por los pies, con los brazos extendidos, formando una cruz invertida. Un símbolo satánico. No hay rastro de la prima de la chica, la cual también estaba acusada.
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